Romina se inclinó a buscar el tenedor a ciegas, mientras seguía la receta en su celular, pero se le cayó en el resquicio a oscuras entre la cocina y la mesada. Con pocas ganas y el palo de la escoba, sacó el tenedor de abajo, y con él salió una galleta desgraciada de las que había horneado la semana pasada. Agachada, observó su hallazgo y su mente divagó un poco pensando en los eventos de ese día.
Por curiosidad o nostalgia, tomó la galleta. Un poco de pelusa cayó, otro poco quedó adherido. En los surcos resecos de la masa aparecieron las siguientes palabras:
Haber caído de la bandeja no es la maldición que crees. Mientras mis compañeras tenían una corta y ordenada mutación en mierda, yo caí, acumulé temporalidad, capas de Historia, cedí voluntariamente partes de mí a los seres de los rincones, me engalané de polvo, tierra y pelos, y vencí toda determinación, para lograr...
Romina se frotó los ojos, algo confundida, se acercó al tacho y abrió la tapa con el pie. Pero en ese momento la galleta abandonó toda sutileza, y Habló:
¡Alto! ¿Te piensas que soy menos que mis hermanas quemadas y pasadas de manteca? Mi sabor, adelante, será único entre millones, y una primera anécdota para tu insulsa vida. ¿Quieres conocer el sabor de años de Historia, del galope de ejércitos sobre tierra y sangre, de zapatos lustrosos decidiendo el destino de países? ¿Eres digna de formar parte de Ella?
La tapa del tacho se cerró con un golpe metálico.
Me encantó tu relato Joaquín, suelo cocinar muchas galletitas, ya no voy a verlas igual.
ResponderEliminarotro hermoso relato, gracias por compartirlo y nos dejás a la espera de más! :)
ResponderEliminarQue genial! Otro... Otrooo
ResponderEliminarGracias por los comentarios! 😁❤️
ResponderEliminarAyer no podía dormir, así que escribí un tercer microrrelato. Lo publico cerca del miércoles!