miércoles, 30 de agosto de 2023

Te observo, Segismundo, con tus flores

Te observo, Segismundo, con tus flores,

inclinado en el jardín, sosegado,

tus manos delicadas entre pétalos

arrancando, cruel suavidad, los tallos,

formando, cual demiurgo, hermoso ramo.


Te observo, extasiada, en mis recuerdos,

y pienso que marcharte no debiste.

Para el fragor marcial no fuiste hecho,

sos frágil lirio bajo cruento asedio,

¿Qué dictará tu hado? ¡Desfallezco!


Como dicta la usanza, llevas prenda,

pañuelo que compendia mis anhelos

de verte retornar al patrio suelo

indemne, sonriente y con tus flores.

Con glorias no, a aquéllas las desdeño.


Torpes palabreríos los honores

Y vana aspiración la mortal gloria

Sendero sembrado en cuerpos quedos

Fuego fatuo que a crédulos agobia.

Cediste al necio anhelo de los hombres.


Si aquella tarde estival fue la postrera

Quisiera que entre las flores tomadas,

a mí, como geranio, me llevaras,

atado el ramo al escudo de armas

negra lid mis pétalos descubrieran.


Que por arcana alquimia de mis rezos

Lanza fortuita o maldito virote

arranquen el geranio de tu escudo

quede sin mácula tu regia porte

y mi alma el cuerpo a un tiempo abandone.


No me regañes, amado, si entrego

aquello que es mío en tu provecho

Si así logro que retornes, tal vez,

de un geranio lozano, por fortuna,

Sus pétalos susciten mi recuerdo.




lunes, 28 de agosto de 2023

Esta herida has lavado, amigo mío

Esta herida has lavado, amigo mío,

con un paño y denuedo, y agua de río.

Altivo capitán me ha derribado

y he quedado a merced, tenue destino,

de mi hermano de alma y de batallas.


Si no hubieras ya oído el gris lamento,

aquí entre flores muertas, yo otra sería,

arrancada de cuajo, en lozanía.

Mas me has encontrado en gran tormento,

Y pruebas curas, pero, ay, en vano intentas!


Se en mi corazón que, aunque te esfuerces,

las heridas punzantes dejarán mella.

Ya no habrán para mí justas, ni lides,

ni amorosas reyertas; ay, pues, dejarme

morir debiste, Hilario, y aún no es tarde.


¿Cómo cosecha loa paladín cojo?

¿Cómo se baña al sol flor marchita?

¿Cómo atraerían abejas estos despojos?

¿He de sufrir torneos, los estandartes,

los equinos danzantes, cayado en mano?


¿O amargar dando a indemnes, verde de envidia,

plañideros consejos, cual gris menguado?

No será vida sino cruel caricia,

sostenerme mi sino en tal estado,

ser onerosa carga, y ya no héroe.


Escucho tus razones, querido Hilario:

proeza vuélvese eterna en voz de poeta,

la dicha de este reino ya es copla bella

más debe ser cargada, de boca en boca,

ignotos porvenires alcanzando ella.


Nuestro dorado reino tórnase en faro,

modelo de otros pueblos, de desdichados,

mas para que esto ocurra, no hay excusa,

debo dar fiel registro, así afirmas,

de batallas, romances y fechorías.


No se puede luchar en cruento duelo

y cantar versos a un tiempo, sería locura.

Unos logran honores con su bravura,

otros los narraremos en su provecho.

Y para ello hay que observar y estarse quieto.


Por tal motivo han sido ciegos y cojos

los cantores más célebres y habilidosos.

Los unos por tener memoria enorme,

los otros por pacientes y por atentos.

Pues poco ver se puede yendo al galope.


Cárgame ya al convento, Hilario mío,

para que estas heridas sean cicatrices,

el día de mañana; me has convencido.

Si me aguarda el bastón, no será afrenta,

no he de juzgar las dádivas de mi destino.




domingo, 20 de agosto de 2023

¿Me has de devorar, altivo gigante?

¿Me has de devorar, altivo gigante?

Pues te haré saber, no soy buen bocado

Bajo estos ropajes, por fuera elegantes,

sólo hay vana carne, hueso y ligamento.


Sabed, nada de esto es grato alimento,

para un ser, cual vos, de entendimiento,

capaz de razón, y de gran linaje,

pues aunque maldito, desviado y deforme,

nacido sos, sí, de humana madre.


A semejanza de los Altos fuiste hecho.

Si torpe escultura, perfecto en potencia:

manos de pintor, boca de poeta,

jorobas, y muchas, como ostenta un sabio,

ojo, que es uno, para ver lo bello.


Y así te empeñas por blandir garrote,

desdeñando pluma; proferir absurdos,

eructar, babearte, cual rufián sin arte,

atorarte en carnes sin clemencia alguna.


Y olvidás que sos eso que ingerís,

que tu boca hicieron para cantar coplas,

sonreir y amar, o para el debate,

y que la gula es injuria y maltrato

para aquellas fauces que el creador te ha dado.


Gloriosos filósofos, encumbrados poetas,

rechazaron platos por su sacro oficio,

¿Qué sería un banquete al lado del mármol,

de imperecederos, áureos artificios?


Aquello que vale por todos los tiempos,

que no se corrompe, que a la muerte escapa,

vale harto más que el carnal sustento,

que el juicio ora nubla, la razón ya empacha.


Así pues...


Altivo gigante, si bien me he explicado,

Verás que es mi carne mundano alimento.

Libera a este pobre caballero errante,

y halla austera gloria, si eterna, en las artes.



martes, 15 de agosto de 2023

Levanta tu visor y aplaca ese destrero

Levanta tu visor y aplaca ese destrero

cien veces nos batimos, marchitando el otrora

espléndido jardín de nuestro rey primero.


Ya nadie vitorea, las damas se han marchado,

con ellas los juglares, arlequines y bardos.

Sólo los crueles cuervos, atentos sobrevuelan.


Y aún los cuervos intuyen, que tras soles y lunas

poca carne obtendrán de estos huesos famélicos

ni habrá leyenda eterna sin testigo oportuno.


Poco a poco avizoro, mientras lanzas quebramos,

y de escudos jirones, de armaduras harapos,

y de plateados yelmos, quedan sino andrajos.


Adivino, decía, que tal vez sólo a Cronos

de su sereno trono sin pompa arrancaremos,

pues de justa en justa, en duelo eterno y sordo...


El tiempo de extinguirse habrá, hastiado, inerme,

y en derredor mirando, fatigados y exánimes,

grises campos de hueso, sin flores, todo cieno...


¿Descenderemos ya, olvidando rencores,

tomándonos las manos? ¿O en un último beso,

estertóreo y pálido, te entregaré mi aliento?




jueves, 10 de agosto de 2023

Si atenuaras esos bríos

Si atenuaras esos bríos,
si plegaras tu velamen
y dejaras ese porte
asaz gallardo y sombrío.

Pues verías, no hay lugar
donde el sol no sea áureo disco,
donde, hábil, la espada cante,
o sea suave el duro risco.

Si te postraras, humilde,
y ese insomnio pendenciero
bajo el llanto sucumbiera.
Si dejaras ya las armas.

Pues verías, caballero,
que el anhelado sosiego
- artífice de tal ruina
de desdichados viajeros -
no está al norte, ni está al sur,
ni allende el mar, asevero.

Esa calma y sacra fuente
en las entrañas se oculta:
ninguna espada la asalta
ni la conquista la pluma
sólo impávido silencio
la revela tras la bruma.

Deje manso su corcel,
apéese, deje sus armas,
usted ya no es un doncel,
es don de vasta mirada.

No se guíe por mi aspecto,
que aunque soy pobre ermitaño,
por mis preciados harapos
como a rey esto aconsejo:

Que la postrera mortaja
os encuentre así, sereno,
con la mirada vacía,
el rostro surcado y pétreo.




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