Hoy estoy de mulo bajando la lista de pendientes del blog (como si alguien me pagara por esto, no?) con el reporte de la última sesión, la número 22 (that campaign is so big 😩), de Llegaron del Oeste. Contra todo pronóstico, vengo relativamente bien con esto de mantener en simultáneo entre 2 a 3 campañas. Que es buen ejercicio contra el Alzheimer, eso seguro.
La sesión pasada tuvimos el reencuentro de Espino, Leanathar y Vladimir en la ciudad de los 6 puentes, Anrikjenna, para organizar su inminente expedición al Monasterio de las Lágrimas. Compraron provisiones, resolvieron asuntos pendientes, recibieron pedidos de libros y enlistaron aliados, y finalmente, ante una comitiva de despedida integrada por el rey Basiljevich, dieron un último saludo y partieron antes de internarse en el enigmático bosque.
Leanathar pide una última charla con el rey antes de partir, en la que lo interroga sobre el tiempo que vivió Faratar/Syragon/Mirgandir en dicha ciudad. Tras algo de interrogación, Leanathar descubre que Stephan y Andreja tuvieron trato frecuente durante su estadía, y se anota la información para investigar en algún futuro viaje.
El viaje comienza con Vladimir liderando una nutrida comitiva y fallando en las primeras tiradas de orientación, por lo que encuentra unas colinas que ofrecen su lado escarpado a los aventureros y bloquean su avance, forzándolos a desviarse hacia el oeste o al este. Mientras debaten qué curso tomar, Vladimir siente nuevamente el llamado de los moshi, quienes le susurran de la entrada a una cueva por la que podrían cruzar las colinas, no rodearlas ni treparlas, sino ir por debajo.
Vladimir comenta de esta cueva al resto, y Leanathar se enciende en ira y advertencias contra los peligros de seguir el consejo de los moshi y terminar herido de gravedad otra vez, cuestionando el liderazgo de Vlad. El carnicero termina convenciendo al resto de aproximarse y explorar la cueva antes de decidir.
Los tres héroes descienden por un pozo sobre un colchón de hojas, y en la oscuridad de la cueva encuentran unos ojos que revelan un espíritu de ira encarnado en un oso. Los héroes suben a toda prisa. Sólo Espino recibe un zarpazo del oso mientras lo izan.
Un fallo al atender su herida lleva a que un fragmento del espíritu de ira quede en Espino, acá quise probar una forma de que el fallo en curar una herida leve tuviera consecuencias, así que probé con expandir un poco el lore concerniente a los espíritus. Este espíritu de ira complicará todo intento de Espino de ser conciliador y diplomático.
Con la herida ya atendida, Leanathar recurre a la vieja y querida charla con árboles, con una haya al pie de la colina. El árbol les advierte sobre el espíritu de la colina, a cuyo destino el árbol está unido, y les comenta de un pasaje más sencillo para llegar gradualmente la cima y cruzar la colina sin rodearla mucho.
Antes de partir, Leanathar le pregunta por el Monasterio de las Lágrimas, y el árbol le responde que varios peregrinos cruzan estas tierras en dicha dirección, o al menos eso presenció durante su joven vida. Y menciona, como al pasar, que fue despertado en el pasado por Syragon, el enigmático elfo que continúa eludiendo a los héroes.
Luego de recibir un obsequio de la haya, los héroes localizan un estrecho y serpenteante pasaje para escalar la colina con escasa dificultad, llegando finalmente a la cima. Mientras escalan, no obstante, Espino olfatea algunos olores extraños. Por un lado, un ciervo está siendo montado por un espíritu de intranquilidad, atribuido a una persona que murió huyendo o con asuntos inacabados. Tal cacería sería una conquista grandiosa para el grupo.
Adicionalmente, un lobo ha marcado territorio en esta colina, a pesar de estar fuera de los dominios de Los Grises, la manada que linda con el Monasterio de las Lágrimas. El orín de este lobo es intenso, marcando un lobo poderoso y beligerante, con quien, de combatir Espino, el espíritu de la ira quedaría aplacado y se iría o lo dejaría en paz.
Una vez en la cima de la colina todos, Espino envía a su cuervo con un mensaje de paz para este lobo de la manada de Los Grises (pero falla la tirada), y luego llama con un aullido a Hueso Viejo y a su hijo, Granizo, que acuden prontamente, pues se encontraban cerca.
Espino recuerda a los cazadores de espíritus de su compromiso de unirse Granizo a su manada luego de un año para formarse en las artes arcanas, juramento que Granizo recuerda y accede a honrar, con la condición de acompañar a la manada sin formar parte de ella y sin estar bajo el mando de su padre. Espino accede, y Granizo se integra al equipo.
Olfateando a su padre, Granizo le comenta que está poseído por un espíritu de ira y que, para sacárselo, deberá darse un baño ritual en una laguna.
Y finalmente, el grupo se prepara para la cacería del ciervo. Leanathar, Espino y Vladimir, todos ayudan a su manera para acorralar a un ciervo de movimientos erráticos y ágiles, con una figura traslúcida en su lomo impulsándolo a huir continuamente y sin paz. Cuando logran cazarlo finalmente, el espíritu se desvanece, marcando un punto en el que empiezan a cavar, para encontrar un valioso tesoro.
Un rollo de pergamino cuenta de un bibliotecario que huyó poco después de la caída del Monasterio de las Lágrimas. "La corrupción se ha anidado en el Monasterio tras el asesinato de Samalia. Pocos hombres de confianza me quedan aquí, y duermo entre enemigos que planean mi caída. Así como mataron a Samalia, pues sí, uno de los 6 apóstoles tuvo que ser el consumador del acto. Y yo seré el próximo, pero no puedo escapar."
"Grande es mi dolor al escribirte esto, Amendior, pocos recuerdos nos quedan del Oeste para permitir que la corrupción divida y destruya nuestro escaso patrimonio y toda oportunidad de redención. "
"Sólo 2 criados de confianza me quedan, y uno de ellos galopa a tu encuentro para llevarte las desgraciadas nuevas. Mi otra criada de confianza, Minaril, hace lo que puede para que el orden se mantenga en el Monasterio. Espero que este bravo mensajero llegue a destino y puedas estar al tanto de lo ocurrido al sur de la bella Tersinki, Amendior." La carta está firmada por Gravius, segundo regente del Monasterio.
Junto al rollo de pergamino, encuentran algunas pocas monedas de oro y una daga de fina hechura, que se queda Vladimir.
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No parece una sesión tan larga, pero sí estuvo nutrida de exploración del terreno, debates intragrupales sobre cómo proseguir, algunos bastante encendidos, y exploración del lore espiritual. Burning Wheel, siendo un juego tan sobre enfrentar las creencias, combina raro con hacer sesiones sobre viajes y no sobre sus destinos, así que no sabía exactamente cómo saldría la cosa.
La aparición de las colinas estuvo vinculada a un fallo en Orienteering, por lo que estuvo dentro de la resolución de conflictos. Hubo algunos reclamos, luego de la sesión, sobre creencias que fueron escritas considerando un destino al que, aclaré, tal vez no llegarían esa tarde (ahí tenemos algo para revisar, para futuras sesiones de viajes), y sobre el nivel de demora que tuvimos en resolver el incidente de esas colinas que obligaban a desviarse del camino a los héroes.
Acá hubo algo de ajustar expectativas sobre el juego, puesto que en primer lugar estaba el debate de si desviarse al este o al oeste, debate que, yo sabía, no tenía tanto asidero dentro de mi planificación. Una vez resuelto esto, estuvo el debate de si ir por la cueva de los moshi o no, que fue bastante encendido. Lo que indiqué al grupo en la reflexión final fue que, para llegar a destino rápido, hay que transitar el viaje rápido y sin discusiones. Que no se puede tener la granularidad de estar un buen rato debatiendo para dónde ir, o investigando una cueva, y a la vez llegar a destino. Un grupo apurado debe actuar como si estuviera apurado.
La parte espiritual estuvo buena, estoy tratando de que el nuevo lore sobre el tema no exija habilidades extrañas ni sistemas de magia, sino soluciones simples afines a un mundo simple (el de los lobos, cuyo jugador es el que más está explorando el tema). Respecto de los moshi, estoy trabajando en modificaciones a su funcionamiento, para que sean un poco más de ayuda. En este caso lo quise aplicar con una sugerencia de camino alternativo tras el encuentro con la colina, y funcionó, pero el grupo decidió no ir por ese camino.
Otro objetivo que me vengo planteando es no multiplicar la cantidad de pnjs con cada sesión, sino utilizar aquellos ya existentes. Creo que esta sesión lo logré, con las referencias a Stephan y Andreja, la carta de Gravius a Amendior, y la misteriosa bibliotecaria llamada Minaril. Tendré que tener una lista actualizada con los personajes, para reutilizarlos en momentos de improvisación, en lugar de seguir creando otros nuevos.
¡Y esto es todo por hoy, nos vemos en la siguiente entrega de la crónica!