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viernes, 22 de marzo de 2013

Perros



El amo y su hembra retozan juntos en el sillón mullido, despreocupados ante mi mirada. Se entretienen en un juego lento, erótico, manos con manos, líquidos, transferidos, luego manos dentro de la piel finalmente aullidos. ¿Qué hacen? Las paredes de ladrillo polvoriento indiferentes, un foco encendido encima de ellos encendido prematuramente, a nadie más parece importarles lo que hacen.
Me acerco contenta, a jugar con ellos moviendo la cola, pero no soy una de ellos. Con una mirada de pena música tenebrosa me lo hacen saber, arquean sus fauces, entonan silbidos, muestran sus dientes. Luego se miran, sus ojos transmiten pequeñas gotas de entendimiento, vibraciones o algo así, que comparten de forma egoísta, sorbiendo cada gota con gusto del ojo del otro. Y yo contenta muevo la cola mi alegría es puro reflejo sin procesar no sé lo que siento pero muevo la cola igual.
La forma en que me miran fue la misma que mostraron sus ojos cuando me sacaron de casa, me llevaron a una cueva blanca, luminosa, y me inyectaron sueño sin sueños. Desde entonces algo me falta, yo lo sé, ellos lo saben, lo explican mediante silbidos y gotas y vibraciones a otros como ellos y suena música inconclusa y ruidosa, y mi cuerpo quedó vacío por dentro. ¿Por qué? Y la forma en que me miran, pena rancia de verdugo, eso es, ¡pena! Porque jamás una cría será engendrada por mi cuerpo, ni un macho deseará tenerme junto a él, y sin eso soy una carcasa fantasmal que se desliza por la vida reptante, por el desierto yermo desdireccionada. ¡Me hicieron como ellos!


Luego de sorber las últimas gotas, me miran, dan una palmada en mi cabeza van a otra habitación. No necesito seguirlos ya sé lo que van a hacer, hacer lo que quisiera hacer con el amo para saciar el apetito enfermo de carcasa que tengo ahora sin propósito. Los vi hace unos días, aunque ahora cierren la puerta, mi memoria lo retuvo, dejan en el suelo su piel y su vergüenza más manos y dedos en unión aullidos y silbidos y muerte lamen el dolor en pequeñas gotas una tras otra hasta ahogarse y empezar de vuelta y no hay cría, nunca. Fondo de tranquilidad.
Pero no puedo participar, ni entender, ni entender por qué quiero estar ahí. Vuelvo al almohadón color cemento donde duermo siempre, y empiezo a lamer mi vagina -música terrible espiralada- para limpiarme y sigo ahora quiero llegar al fondo encontrar el vacío que dejó dentro de mi cuerpo y a cada lamida quito una capa de piel músculo venas limo huesos roca mi lengua áspera forma una cavidad rosada y palpitante hombres con linternas explorando pasados remotos una espía descubriendo un secreto de estado o lo que sea una lengua corrosiva sigue destruyendo todo a su paso...
segunda jornada cavernosas humedades sorteo promontorios de roca siempre descendiendo no hay sol en las profundidades tomar muestras de minerales para analizar luego, una carrera por delante científica prominente y ese chico que antes ni me miraba aplastarlo con una bota y humillarlo porque ahora que quiere no me va a volver a tener...
y yo cada vez me arqueo más me envuelvo en mi misma excavando un mar de humedad finalmente llegar a la oquedad interna descubrir la nada de los filósofos,
entrar al creador, encontrarlo sin trono solo el rostro el motivo de todo rodeado de nada quemando por dentro y por fuera también, no, ninguna pregunta solo lamerlo hasta deshacerlo a él también y después ya no haber una cosa por descubrir ningún motivo oculto gotas de entendimiento solo humedad compartida un cuerpo solamente uno. Glup.

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